La película tiene escenas muy impactantes. La de la carne en mal
estado transmite la odisea de los marineros, expresando la repulsión
hacia el zarismo. El intento de fusilar a los marineros tapándolos con
una manta expresa la crueldad de unas autoridades que quieren que las
personas coman alimentos putrefactos.
Las escaleras de Odessa destaca la importancia de la mujer a través
de tres aspectos básicos. El niño pisoteado después de muerto hace
sentir la desesperación de la madre que nada puede hacer para que no le
arrebaten a su hijo. Esta mujer toma el cadáver del niño para hacer
sentir vergüenza a los zaristas y sólo consigue un disparo, uniéndose a
su hijo en la muerte. El carrito del bebé cayendo por las escaleras
destaca una vez más la muerte de inocentes, pues nadie evita lo peor.
La unión del pueblo al ver al marinero muerto por un plato de sopa
recuerda el descendimiento de Jesucristo, con las mujeres alrededor. Un
cinturón femenino tiene la forma de cisne, símbolo de la libertad
maltrecha que anuncia la revolución.
Las últimas escenas nos enseñan el valor del pueblo y de los
marineros, jugando con la frase "uno para todos, y todos para uno". El
acorazado levanta sus cañones pero no abre fuego porque sus oponentes se
han unido a su causa, signo de honor.
La película, dirigida por Eisenstein en 1920, me ha gustado por la
importancia dada a la mujer y al pueblo, haciéndonos sentir las
angustias del momento. Por contra, me ha enojado el dolor de los pobres
inocentes y del marinero que sólo quería comer algo decente.
Publicado por la alumna Rocío Pérez Ponce.
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