martes, 25 de febrero de 2014

Crítica histórica de la película "El acorazado Potemkin" por Rocío Pérez Ponce

La película tiene escenas muy impactantes. La de la carne en mal estado transmite la odisea de los marineros, expresando la repulsión hacia el zarismo. El intento de fusilar a los marineros tapándolos con una manta expresa la crueldad de unas autoridades que quieren que las personas coman alimentos putrefactos.
Las escaleras de Odessa destaca la importancia de la mujer a través de tres aspectos básicos. El niño pisoteado después de muerto hace sentir la desesperación de la madre que nada puede hacer para que no le arrebaten a su hijo. Esta mujer toma el cadáver del niño para hacer sentir vergüenza a los zaristas y sólo consigue un disparo, uniéndose a su hijo en la muerte. El carrito del bebé cayendo por las escaleras destaca una vez más la muerte de inocentes, pues nadie evita lo peor.
La unión del pueblo al ver al marinero muerto por un plato de sopa recuerda el descendimiento de Jesucristo, con las mujeres alrededor. Un cinturón femenino tiene la forma de cisne, símbolo de la libertad maltrecha que anuncia la revolución.
Las últimas escenas nos enseñan el valor del pueblo y de los marineros, jugando con la frase "uno para todos, y todos para uno". El acorazado levanta sus cañones pero no abre fuego porque sus oponentes se han unido a su causa, signo de honor.
La película, dirigida por Eisenstein en 1920, me ha gustado por la importancia dada a la mujer y al pueblo, haciéndonos sentir las angustias del momento. Por contra, me ha enojado el dolor de los pobres inocentes y del marinero que sólo quería comer algo decente.
Publicado por la alumna Rocío Pérez Ponce.

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